...Que no te compren por menos de nada ...Que no te vendan amor sin espinas.

sábado, 28 de febrero de 2009

Ella


Hace 3 semanas que se han dejado.  Gloria pensó  que ya no podía más y, la de ese día, fue la gota que desbordó su vaso.  Puso fin a una relación que estuvo condenada al fracaso desde el mismo momento en que germinó. Aún así,  siempre se empeñó en sacarla adelante, con altos y bajos, por supuesto. Era una mujer fuerte, y buscó  fuerzas donde no las había, para intentar llevar a buen puerto aquello que había comenzado (ahora lo sabía) marcado por una traición.

Hoy se dirige a una comida familiar. Los nervios atenazan su estómago. Sabe que va a tener que enfrentarse a ELLA y no sabe cómo hacerlo. Es una mujer importante en su vida; un muro maestro en la construcción de su yo; sustento vital cuando tuvo la poca fortuna de no tener cerca a su madre (hasta tal punto que no sabe muy bien si es la primera o la segunda en el cargo). 

Durante esas tres semanas intentó encontrar las palabras para contárselo, pero la cobardía le pudo y se mantuvo muda. Ahora ya no puede seguir ocultando la cabeza bajo la tierra. Debe encararla y contarle que se ha separado de su pareja. Gloria sabe que la noticia será  como un jarro de agua fría. ELLA siempre la quiso como a una hija.

Por eso, mientras recorre los escasos 20 kms que las separan, siente como  el sudor frio recorre su espalda, el corazón le palpita y las lágrimas asoman al borde de los ojos.  No sabe muy bien si lo que siente es  temor a herirla, o ese terrible miedo que sienten los niños cuando saben que se han metido en un lio. 

Mientras pone el pie en la puerta de la casa, siente que todo el peso de su fracaso se le posa sobre los hombros.  Se dirige a la cocina, pero no está allí. La encuentra sentada al borde del sofá, con la lagrimas resbalando por la mejillas (después le contaron que cuando supo la noticia lo dejó todo tirado y se fue… a esperarla).  Gloria se sienta a su lado y, sin pronunciar palabra, le da un beso en la mejilla, del mismo modo que hace todas y cada una de las veces que acude a visitarla. Permanecen un rato mudas, con las manos enlazadas. Esa mujer fuerte, que había superado tantas dificultades a lo largo de su vida, observa en la profundidad de los ojos de  Gloria: ve tristeza, por supuesto, pero también un pequeño rayo de esperanza; una luz nueva donde antes hubo vacio. Ve que “la más pequeña de sus hijas”  comenzaba a renacer de nuevo después de un largo período de oscuridad.

Le hace una sola pregunta: 

-   ¿Estás bien, mi niña?
-   Mejor que nunca – alcanza a murmurar - 

Entonces, sin pronunciar una sola palabra más y con gesto decidido, se levanta del asiento y, mirándola fijamente, desliza una amorosa mano sobre su rostro.

-  Si tú eres feliz niña,  también  yo lo soy. 

Entonces supo que no estaba sola (nunca lo había estado en realidad); que todo ese miedo que había sentido no era más que vergüenza por lo que ella consideraba un fracaso   

…Y una lágrima de amor y agradecimiento resbaló por el rostro de Gloria.


martes, 24 de febrero de 2009

4 cosas.

Bonaval. 

  1. El calor del sol en la piel.
  2. Una cámara de fotos.
  3. La inestimable compañía de un buen amigo. 
  4. Un libro de Mafalda. 

...Cuatro cosas que disfrutar en una  tarde de tímido sol invernal...











 
(gracias por hacerme reir tanto esa tarde)

viernes, 20 de febrero de 2009

Esta duda... Esta certeza.



Escribo para ver lo que pienso, porque es solo en el papel donde distingo los colores (un robocidio)

Ha vuelto a ser uno de esos días en los que, bolígrafo en mano, me he vaciado en las hojas de mi libreta, arrastrada por ideas que mantuve amordazadas y a buen recaudo demasiado tiempo. Hoy se ha empeñado en salir mi yo. Inmersa en mi soledad; rodeada de bullicio; exprimiendo el alma para rellenar 10 folios de pura esencia, en un lento tránsito por sentimientos revueltos y confusos. No hubo lágrimas, pero sí espacio para una larga reflexión…incluso para la rabia contenida,  …la desolación (se empeñan en retorcerme las entrañas , una y otra vez)

Ya abierta la puerta de ese submundo, casi inconsciente, regresaron viejas sensaciones. A oscuras rebusqué el latido que suena distinto, con la lenta desesperación de quien no sabe muy bien lo que quiere encontrar. Tanteé hasta hallar un resquicio, lo suficientemente ancho, que me permitiese salir de allí con un poco de dignidad.

El único recurso a mi alcance  fue la valentía: para llamarle a las cosas por su nombre; para poner las cartas boca arriba y constatar lo que sabía ya desde hace tiempo: que he perdido la partida desde el mismo momento en que comencé a jugarla.

Me sobraban líneas…

Y descubrí que no me siento herida por no salir victoriosa. Me conformo con estar en el juego (aún con la piedra de Sísifo cargada en mi espalda), confiando siempre en mi propia fuerza; plantando  raíces nuevas que sustenten mis pies, sembrando ilusiones que decoren mi nube  (esa en la que me pierdo cuando el mundo se hace demasiado duro para habitarlo)

Tal vez mañana sea casi una fotocopia de hoy, y yo, con toda seguridad, seguiré ocultándome bajo una crema de protección solar para evitar quemarme demasiado.

Al menos, cuando el amanecer se filtre por la ventana, me costará menos esfuerzo volver a ser la de todos los días.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Corazón Coraza.

El mio está ausente por reformas. Esta mañana (como desde hace unos días)  me cuesta reconstruirme. 

(Mal momento para escribir.... mejor escuchar a Benedetti)


Besos.

martes, 10 de febrero de 2009

Desde el lado oscuro de tu rostro.


Los amantes (René Magritte)

Y Gloria escribió en su diario casi una elegía:

"Desperdiciaste la oportunidad de fundirte en mis labios, que todavía guardaban tu sabor...y te despediste de mí con dos besos (uno por mejilla).

... Apenas dolió.
... Debe de ser que algo se está muriendo"

"Tu me recuerdas ciertos sentimientos
que nunca se sabe que traen en las alas.
Si vivos o muertos"



miércoles, 4 de febrero de 2009

Reinventando mañanas



Me miraste. 

Me sonreíste...con esa sonrisa tuya tan particular que solo muestras en los días de fiesta. 

Atrapada en tu esencia, un torrente de emociones inundó mi cuerpo; se deslizó por mi columna y desbordó mis ojos, anegándolos. No pude hacer otra cosa que delimitar tu boca con la yema de los dedos. Reflejada en el azabache de tus ojos, me estaba muriendo… y te entregué cada una de las gotas que me quedaban de vida: Mi último aliento y mi postrer suspiro.

Apoyaste tus manos en mis mejillas y me susurraste al oído, resucitándome con el calor de tu piel y la fuerza de tus palabras. Como lo haces siempre; como lo haces cada vez que me hundo en el abismo….

Transformamos horas en segundos. Desmaterializamos el espacio… Entregué todo lo que soy, poco o mucho, hasta quedarme vacía. Tu mirada fue aliciente, y tus palabras alimento. Me preguntaste que sentía, y no pude contestar. Solo una mirada bastó para que entendieses que era exactamente lo mismo que tú sentías.

Y fue néctar, ambrosía,
que surgiese a mi paso por tu cuerpo...
Y fue dulce manjar
el sabor de tu boca en cada beso

Dormida, percibí  tu calor y tú fragancia velando la oscuridad de mi noche, todavía revueltos la emoción y el cuerpo. La piel aún despierta, y los restos contenidos entre cuatro paredes. 

Después, la mañana…

La luz, colándose cruel en el cuarto, en este amanecer de invierno, me hizo desear no despertar.

 No entonces. 

No en ese momento; en el que  todavía podía  fingir que eras algo más que un sueño. 



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Cuando nadie me ve, quizá sale a la luz mi verdadero yo

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