Nadie me ha enseñado a construir muros, aunque un buen amigo me ha dado unos consejos muy útiles para comenzar:
Me dijo que son necesarios dos para construirlo. Cada uno debe de ir colocando su pieza, en el lugar exacto y en el momento preciso, en lenta y, a veces, desesperante sucesión.
- De no ser así, me dijo, de nada sirve afanarse; porque un muro construido con polvos de sueños, es tan etéreo como estos, y la más sutil de la brisas será suficiente para derribarlo.
- De nada sirven las prisas, continuó, porque si solo tú colocas ladrillos, se desequilibrará la balanza, y el muro caerá con todo su peso sobre ti.
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Nadie nos enseña a construir muros, pero sí tenemos la capacidad de fabricar los ladrillos, y, como alquimistas, sabemos exactamente cuál son los materiales necesarios: confianza, complicidad, dulzura, conocimiento, lealtad, vulnerabilidad, entrega…
Con infinita paciencia vamos acumulando las porciones en algún recóndito lugar.
…Con la esperanza de encontrar un día el muro perfecto donde poder depositarlas.