...Que no te compren por menos de nada ...Que no te vendan amor sin espinas.

martes, 24 de marzo de 2009

Celebrando la muerte.



Cada uno duele a sus muertos de un modo diferente.  

Algunos lloran desconsolados las ausencias. Otros se despiden de los suyos entre las brumas de los sueños, al objeto de pronunciar las palabras que, por uno u otro motivo, se fueron quedando olvidadas en el tintero. Hay quien no derrama ni una solo lágrima en público, pero luego  recompone, trocito a trocito, los restos desperdigados de la catástrofe en un lento transitar por los recuerdos.  

Nuestros mayores nos enseñaron a enfrentarnos a la muerte, aunque ya solo ellos sepan de las viejas tradiciones. Ahora velamos a nuestros difuntos  en fríos tanatorios; acompañamos a la familia con un discreto pésame, y nos retiramos  a recordar a los seres queridos en un rincón, alejados de la vista de los presentes, temiendo mostrar nuestras emociones y ocultando la lágrimas para no caer en el exceso. Ya nada queda de las plañideras, ni de los abnegados vecinos que acompañaban a la familia en interminables horas de vigilia. Nadie sabría reconocer las circunstancias del fallecimiento por los tañidos de una campana, ni tampoco podríamos imaginar porque un féretro iba acompañado de música, mientras los que lo portaban caminaban tres pasos hacia delante y dos hacia atrás. Ahora somos más urbanitas (menos incultos, dicen algunos) y  hemos aprendido a no temer tanto a la muerte…aunque  a menudo se nos olvida que las penas compartidas duelen menos.


Supongo que por todo esto me resultó tan extraña la situación que viví hace unos  días:

Eran cinco y entraron en el bar a las seis de la tarde.  Hacía mucho tiempo que no se les veía por allí. Formaban  parte de una compañía de teatro que, se acercaban siempre a este mismo lugar,  y entre litros de café y paquetes de tabaco, recreaban los personajes de sus guiones; los moldeaban con palabras; se aproximaban a ellos e iban conformando su carácter en eternas discusiones que parecían no tener  nunca fin.

Hoy estaban allí de nuevo, como en los viejos tiempos.  En su mesa había vino y cerveza en lugar de los acostumbrados cafés. No había guiones ni papeles desperdigados. Se entregaban a una alborotada charla que, de vez en cuando, hacía que las miradas se desviasen hacia ellos. 

En  un determinado momento, se creyeron en la obligación de explicar su presencia  allí esa tarde:

-Estamos de celebración. 
- Venimos de enterrar a un amigo

Dado que esa era la última de las razones que pasaría por mi mente, me limité a dejar que asomase a mis labios una tímida sonrisa, mientras me retiraba en silencio. 

A partir de entonces (curiosa yo) el grupo llamó mi atención, y pude observar como, entre infinidad de palabras dedicadas a la política, al teatro y a la vida en general, aparecía con frecuencia el nombre del amigo.  Tenían una gran cantidad  de recuerdos comunes que los llevaban una y otra vez a su persona.  Cuando  la tristeza asomaba, inmediatamente era  sustituida por una sonrisa, y cuando la conversación decaía siempre había alguien que volvía a enderezarla.

Tal vez, estuviesen, (como aquellos muchachos que, portando el féretro de un joven al ritmo de la música, hacían y deshacían el camino), prolongando entre ellos la estancia de su amigo muerto; reteniendo en su memoria colectiva la imagen de aquel con el que tantas horas habían compartido cafés y debates.   

Se fueron de madrugada. Habían honrado, a su modo, la memoria de un amigo.   


Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías
y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.
MAMERTO MENAPACE. 

Requiescant in pace

15 comentarios:

Elen dijo...

Acabo de publicar este post y, una vez más, me fascina la coincidencia.
Mini: pensamos al unísono.. jajaja.

Un beso para tí, Paladín

Marisa dijo...

No hace mucho despedimos a un compañero. Mientras tapiaban el nicho una gaita acompañaba tocando
"negra sombra" como era su deseo.
Los sepultureros con risa contenida
fueron dejando escapar muecas todo el tiempo que duró el acto.
Fuí de allí sin poder articular palabra.

Elen dijo...

Preciosa despedida Marisa. Vuelvo a escuchar Negra Sombra mientras te escribo y me parece un modo perfecto de despedirte de alguien a quien te une el afecto.
Un beso.

Agua dijo...

A mi la muerte me asusta...y mucho...nunca he sabido aprender a aceptarla y cada vez que un ser querido se va me hundo inevitablemente en la miseria...Quizas como tu dices, nadie consiguio acompañarme para que la priemera vez que perdi a un ser querido no me doliese tanto y lloré mi pena sola en un rincon...Besitos!

Elen dijo...

Yo también soy de las que llora a solas. Es difícil aprender a sobrellevar una perdida.
Un beso Agua.

Susi DelaTorre dijo...

No sólo de un modo diferente, también dependiendo de lo que quede de esa persona que se va, de lo que haya sido para los demás...
lo expresamos y sentimos de distinta forma.

Un tema que, por cercano, no me deja nunca indiferente y me alegro que lo trates con esa sensibilidad que desprende tu texto, Elen.

Pero siempre triste...

Reconozco que la contención, en mi caso es casi una lucha.



Un gran abrazo!!

Fran dijo...

Fascinante las coincidencias, aunque siempre tu más sensible y más amplia... y yo empeñado en mi torre de marfil quijotesca.

Precioso post Mini, hasta prontito y beso de vuelta.

Runas dijo...

Parece que hoy todos os habeis puesto de acuerdo a la hora de escoger el tema, por una parte me alegra que se hable de la muerte de una forma tan natural , ya que ella misma lo es ya que no hay vida sin muerte. No hace mucho pasé mi propio duelo y mi forma de vivirlo ha sido completamente diferente a como me imaginaba cuando pensaba en como lo llevaria si me pasara. Nadie sabe como va a ser su reaccion cuando llegue el momento. Me hubiese gustado compartir mi dolor y haber dejado salir mis emociones pero me quedé completamente bloqueada y hasta pasado un tiempo no reaccioné, justo cuando mas sola estaba. Un beso

Elen dijo...

Desde luego, siempre triste Susi, pero por suerte o desgracia es el fin último de nuestra vida. Estas cerca todos los días no debe de ser fácil, así que te dejo un besito y un mimo, por si lo necesitas en una de esas ocasiones.

Elen dijo...

La verdad es que sí es fascinante tanta coincidencia. Aunque a estas alturas ya no debería extrañarnos lo más mínimo.
Desde tu torre quijotesca se lucha contra gigantes, Paladín, sin miedo y sin arredrarse, cosa que sabes que a mi me cuesta. ¡¡Todo tiene su parte positiva!!
Un abrazo grandote.

Elen dijo...

La verdad es que parece que nos pusimos de acuerdo para elegir el tema!!.
RunasLa muerte es el fin de la vida, y el tránsito, el camino a Ítaca, aprovechemos lo que nos ofrece, y consolémonos pensando que hemos compartido parte de ella con alguien que para nosotros fue especial...
Un beso.

merce dijo...

"reteniendo en su memoria colectiva la imagen de aquel...hacian y deshacían el camino."

Elen que buena reflexión y que bien expresado.

Gracias, Un beso.

Elen dijo...

Casi on-line Merce. ¡Creo que te vi por un huequecillo mientras dejabas el comentario!. jijiji
Gracias por tus palabras, siempre tan sensibles.
Un besote

Oscar García dijo...

Es curioso, pero también una estupenda forma de despedir a alguien.
Supongo que ahora todo lo que comentas lo hemos olvidado porque nos hemos alejado de las tradiciones, y queremos huír de la muerte todo lo posible.

Un beso

Elen dijo...

ciertamente Oscar, supongo que ahora que la esperanza de vida se ha alargado considerablemente, nos da mas miedo que nunca enfrentarnos a la muerte.
Besitos...

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