...Que no te compren por menos de nada ...Que no te vendan amor sin espinas.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Tengo lo que tengo...

Tengo lo que tengo y nada más, pero no me quejo. Mis manos, ya habituadas a asir lo mío, no son víctimas ni victimarias. Se cierran lentamente y advierto los puños en que se han convertido. No agreden, no golpean, pero por las dudas se abren de nuevo, porque en última instancia tienen la vocación de acariciar y ese es su oficio primordial. Infortunadamente, no tienen a su alcance pezones celestiales. Las manos lloran tímidos sudores y me conmueven con sus diez dedos de nostalgia.

Tengo lo que tengo y nada más. Oscilo entre la consolación y el desconsuelo. Me arden las sienes pero no es jaqueca, sino la búsqueda sólida de un precario equilibrio. Asimismo busco remordimientos más o menos cercanos, y no encuentro ninguno. Digamos que mis pasos no son firmes. Tendría que probar con pies descalzos, para no engañarme con tacos y con suelas.

Tengo lo que tengo o más bien lo que tuve. En mi alma hay un pozo y en mi sangre hay un náufrago. Mis pensamientos quieren por unanimidad llevarme al sacrificio, pero mis sentimientos pagan el rescate y me evado con ellos.

De nuevo tengo lo que tengo (vaya, la verdad es que me siento otro) pero por fin estoy más seguro y más lejos.

Mario Benedetti





martes, 20 de diciembre de 2011

Habitualmente No.


Habitualmente no me tiemblan las rodillas cuando te acercas, 
no siento mariposas que se pasean por mi estómago, 
ni se acelera mi corazón cuando te huelo. 

Creí que, con unos cuantos años pegados a la piel, 
había dejado que esas sensaciones durmiesen 
el sueño de la adolescencia. 

Pero hoy me abraza tu ausencia,
el estomago se contrae,
y mis manos desprenden un sudor frío. 

Y es que el corazón me asegura que tú eres mi complemento, 
que en tus ojos se esconde esa parte de mi 
que no hallaba en ningún lugar.

No hace falta que una legión de mariposas 
venga a decirme que eres tú, 
porque yo lo sé. 

Las verdades empíricas no necesitan demostración 
para saberse ciertas. 

aunque no siempre he entendido 
mis culpas y mis fracasos 
en cambio sé que en tus brazos 
el mundo tiene sentido 

(Benedetti)




* Entrada rescatada del Baúl de los Recuerdos

lunes, 19 de diciembre de 2011

Después de demasiado tiempo.

Son ya demasiadas las entradas que, a modo de borrador se acumulan en este espacio, como también son muchas y variadas las vivencias acontecidas durante esta ausencia. 


Este siempre ha sido un espacio mío, muy personal. He compartido muchos trozos de mí y quizá ese haya sido el problema. La idea de que blog y persona están asociados me provoca la sensación de que es un lugar público en exceso y eso me ha desanimado con frecuencia. En ocasiones he tratado de limitar mis palabras, lo que las ha sumergido en un mar de confusión y medias tintas. Para mí, que escribo a golpe de corazón, resulta demasiado difícil garabatear letras en estas circunstancias, y poco a poco me he ido alejando de aquí.



Hoy (…parece que ha transcurrido una vida entera) siento la necesidad de volver a revivir este lugar, porque parte de mi memoria está depositada en él, y a menudo acudo para rememorar momentos, lugares o personas, que han pasado por aquí y que han sido la fuente de la que ha bebido alguna de mis entradas. 


Por lo tanto, música, poesía, fotografía, vivencias (reales e imaginadas) estarán presentes en este lugar, espero que por largo tiempo. 

Un saludo muy grande para todos aquellos que habéis pasado y seguís pasando por aquí (las mas de 20.000 visitas que marca mi contador todavía me abruman). 


Nos vemos 

Elen

miércoles, 1 de junio de 2011

Espera

Se acercan…

Lo percibo con claridad

Apresurados pasos hieren el vetusto suelo de madera
Si, si, se acercan…

¡No alcanzo a ver el lugar del que proceden!
¡Desconozco su identidad!

Mi cuerpo se tensa

(…)

Espero que por fin vengan a reclamarme.

miércoles, 26 de enero de 2011

Breve



Me gustaría poder decir…

Que son breves los momentos en que añoro tenerte cerca.
Que lo breve, si es bueno, es dos veces bueno.
Que esta angustia, que se agarra a mi pecho, será breve como un suspiro.
Que la soledad que siento cuando te pienso no es más que un espejismo.


Sin embargo, solo puedo afirmar:

Que se hace eterno el tiempo en que te espero.
Que contigo lo breve fue bueno, y lo extenso sublime.
Que parece transformarse en perpetua la zozobra que me habita.
Que la tristeza se agranda a medida que tu silueta se desdibuja en el horizonte.


Me gustaría poder decir...
que sigue estando ahí lo que vi en tu mirada.

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Cuando nadie me ve, quizá sale a la luz mi verdadero yo

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