...Que no te compren por menos de nada ...Que no te vendan amor sin espinas.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Curriculo Vital y aspiraciones de Gloria


  • Gloria se sentó frente a su ordenador. Se había propuesto una difícil misión: Elaborar su curriculum de aspiraciones
  • No estaba loca…No!!. En él se desnudaría. Mostraría sus virtudes y sus defectos. Rasgaría la máscara que usaba siempre para mostrar todo lo que había detrás. Sabía que era una empresa temeraria, más propia de un necio que de la persona racional que se jactaba de ser. Pero lo cierto es que estaba cansada: de fingir indiferencia, de tener que contenerse y de temer que sus palabras fuesen malinterpretadas.
  • Siempre le habían dicho que lo mejor era no mostrarse y esconderse tras un velo, que la receta para captar la atención de alguien era mostrar un poco de indiferencia (por eso de que siempre nos gusta lo que no tenemos fácil de conseguir). Y así había sido hasta ahora. Se había revestido con su dura coraza y se había estudiado la lección. Sus esfuerzos le costaba, la verdad. Vivió durante un tiempo en una noria. Subía y bajaba al ritmo de sus sentimientos ocultos. Solo sus amigos más allegados sabían de estos vaivenes, pero ella se cuidaba mucho de mostrarse en público tal cual era. Devolvía hermetismo con hermetismo, una sonrisa con otra... Ya no sabía cuando sentir y cuando no. Se había perdido en el camino, pero seguía empeñada en no mostrase, en ser dura a toda costa.
  • Lo malo de esto es que pueden descubrirte. Y Gloria se sintió desnuda ante unos ojos que la miraban con ironía mientras ella recitaba la letanía aprendida. Aquellos ojos la atravesaron y, en un instante, llegaron al fondo de la cuestión. Aquella mirada le dijo: “- Tú no eres la que vendes, sino otra muy distinta, dispuesta a abrir la puerta si alguien te da la oportunidad”. Quizá ella en ese momento estaba con la guardia baja porque, por primera vez, desde ya no recordaba cuando, sentía que esos ojos que la miraban provocaban en ella una extraña reacción. Hacía tiempo que no sentía resquebrajarse la coraza (las cicatrices de sus heridas habían sellado las grietas). Pero esa vez Gloria no sentía la necesidad de ocultarse, sino todo lo contrario. Quería mostrarse, aunque fuese entremezclada con unas palabras que ya no sentía tan suyas y con esa dureza que la había salvado en otras ocasiones. Esta vez había comprendido que algo hermoso se había cruzado en su vida, y no dejaría que se fuese sin al menos haberlo intentado. Solo la arredraría una negativa, pero deseaba, simplemente, poder tener la oportunidad de conocer y darse a conocer.
  • Por eso, llegó a la conclusión de que necesitaba un curriculum de aspiraciones, porque ya no deseaba ocultarse tras su velo. Se había ocultado demasiado a lo largo de su vida, incluso a sí misma y ya no quería sentir miedo. Creía en las personas (siempre lo había hecho, pero a veces se le olvidaba) y en la capacidad que estas tienen para ser sinceras, primero consigo mismas y luego con los demás.
  • Simplemente quería poder expresar lo que pensaba con palabras claras y transparentes y que llegasen a otros oídos tal y como ella las pronunciaba; así de claras y sencillas. Sin dobles sentidos, sin falsas interpretaciones, sin malos entendidos, sin silencios, sin medias verdades…
  • A medida que iba avanzando, Gloria alcanzó a ver las dificultades de su loca empresa. Nunca creyó en imposibles, ni en prisas. “Cada cosa tiene su tiempo, y el tiempo lo pone todo en su lugar”. Pero una cosa tenía clara: Ya no le satisfacía el juego del escondite, tampoco el del sí, pero no. Había crecido. Era consciente de que quizá tuviese que seguir ocultándose pero ahora, precisamente ahora, no deseaba hacerlo.
  • Era un deseo sencillo, o al menos Gloria lo creía así. Por eso le parecía increíble que fuese tan difícil conseguirlo. Solo se trataba de no fingir, de mostrarse de verdad, de no perder el tiempo con algo que la llevaría (bajo su coraza) por el pedregoso camino de la decepción. Solo quería ver y dejarse ver, sin miedos y sin condiciones.
  • Quizá, y solo quizá, la próxima vez que conociese a alguien le pudiese entregar su curriculum y decirle
  • - “Esta soy yo. Me encantaría tener la oportunidad de conocerte”.
  • Y en esa parte estaba lo temerario de la cuestión. Sabía que muchas de esas personas se sentirían intimidadas por su franqueza y no se atreverían a ir más allá.
  • Pero quizá, en algún momento, se encontrase con alguien que agradeciese su esfuerzo.

2 comentarios:

Susi DelaTorre dijo...

Y te arriesgas siempre a que, cuando entregues tu curriculum, alguien deje de quererte...
Perfecta forma para describir un miedo que nos envuelve!!

Elen dijo...

En realidad, me aseguro de que me vean.. si dejan de quererme, es que estaban viendo a alguien que no soy yo. Economía de medios!!
Un saludito!!

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Cuando nadie me ve, quizá sale a la luz mi verdadero yo

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